Fotocartón del día



Alguien tiene que decirle a Calderón que combatir la imagen que tiene nuestro país hacia el exterior e inspirar confianza en el turismo extranjero para que nos visite requerirá mucho más que chistes estúpidos.






Soy un hijo de mi madre.

Desde que tengo uso de razón he sabido que yo era el hijo difícil. Uno de dos, primero; uno de tres, después. He escuchado sobre el famoso complejo del hijo "sandwich" toda mi vida. Hice de eventos comunes como ser vestido para prepararme para ir al colegio, ser llevado a que me cortaran el pelo o recibir clases particulares en casa del profesor que las impartía, una ardua batalla, una verdadera lata.

A los cinco años me quitaba la ropa y tenían que volver a vestirme repetidamente. En consecuencia perdía el transporte escolar y llegaba frecuentemente tarde a la escuela. De vez en cuando tenían que prácticamente arrastrarme hacia la peluquería para que mi cabello volviera a tener un largo decente. Cuando me enojaba y me resistía ir a algún lugar pero eventualmente cedía, caminaba en cámara lenta y decía: sí voy, pero voy "a mi paso".

Por supuesto lo anterior se lo hacía a mi madre; habérselo hecho a mi padre hubiera sido inimaginable, un acto de locura. Y yo sólo era un mocoso rebelde, no un mocoso pendejo.

Más importantemente... a mi madre nunca le tuve miedo.

Pero lejos de apreciar eso en su momento, el no encontrar en mi madre una fuente de otra cosa sino amor, y no temor, abusé de ello. Cuestioné, menosprecie, confronté, insulté, herí. Aún más, lo hice durante el sufrido trance que significó para todos el rompimiento de mi familia y la odisea que le siguió.

Fui todo un hijo de mi madre.

El tiempo pasó, y aunque puedo decir que mi relación con ella ha sido muy buena -estoy seguro que mejor que la que tiene mucha gente con sus madres- no estuvo libre de momentos agrestes, de choque, de incomprensión y hasta de resentimiento.

La gente que me conoce sabe del problema de salud que me aqueja desde hace más de cuatro años, y las consecuencias que ha tenido en mi vida. Para nadie ha sido más difícil, después de mí, que para mi madre.

Ha estado conmigo para apoyarme moralmente, económicamente e incluso, hasta donde le fue posible, físicamente. Muchas veces en mitad de la noche mi madre se asomaba a mi habitación para ver si yo estaba bien, o si podía ayudarme en algo.

La última vez que lo hizo fue en la madrugada del 9 de Noviembre del año pasado, poco antes de amanecer. Unas horas más tarde ella fue llevada de emergencia al hospital por una causa que hasta el día de hoy tiene consecuencias que le han cambiado la vida, y a nosotros también, y que sólo Dios sabe si serán temporales o permanentes.

Me resulta terriblemente difícil verla así. Tampoco puedo evitar sentir que ella no es la misma. Su pensamiento está afectado, su mirada a veces se ve perdida, su personalidad es diferente. Sin embargo no todos los cambios han sido para mal. Vernos tan cerca de perderla ha cambiado nuestra dinámica familiar también. Los pleitos estúpidos, las discusiones sin importancia, ya no existen. No pasa un día en que no le digamos que la queremos, y lo escuchemos de ella también.

Dentro de mis muchas limitaciones trato de hacer lo que puedo por ella. Le hablo, trato de hacerla reir, le leo sus oraciones. A veces tomo decisiones y a veces no le gustan. Me lo reclama y me duele pensar que no comprende que no hay nada que yo haga, diga o decida que no sea por su bienestar. A veces me siento culpable...

Pero a veces imagino que esto es lo que llaman amor duro, de la misma naturaleza que el que ella tuvo para mí y mis hermanos cuando niños, el que tiene toda madre que en verdad ama a sus hijos y que hará lo necesario por ellos, lo entiendan o no.

Ahora lo entiendo. Ahora se lo agradezco.

No hay forma en que yo podría ser quien soy si no fuera por mi madre, por su lucha, sus desvelos, sus sacrificios, su amor hacia mí.

Tengo muchos defectos pero también muchas virtudes. Trato de vivir con dignidad, con honor, de servir a los demás, de honrar la educación que recibí de ella, de hacer bien mi trabajo,de ser justo. Trato de ser un buen hombre. Eso fue lo que aprendí de ella.

Soy, indudablemente, todo un hijo de mi madre.

A mucha honra.