Hace más de dos años escribí esto y lo olvidé; en aquel entonces estaba alejado de este blog, ahora lo he encontrado por casualidad, guardado en un viejo correo electrónico que me envié a mí mismo y deseo ponerlo aquí, con el resto de mis letras que he sentido que vale la pena compartir.Irónico, no? Después de todo siempre sabemos que no hay nada perfecto en esta vida. En verdad no envidio a aquel que se pasa la vida buscando la perfección de las cosas, y menos aún si lo que busca es la perfección en las personas.
Por otro lado el perfeccionismo parece ser una característica ampliamente aceptada como cualidad pero, como todas las cosas en la vida, tiene un costo. A veces dicho costo es dejar pasar oportunidad tras oportunidad, persona tras persona, porque sus defectos nos pesan demasiado o sus virtudes no nos complacen lo suficiente.
A pesar de parecer un cliché ordinario es cierto que aún la más bella de las rosas también tiene espinas. Y si te la encuentras? La tomarías a sabiendas del riesgo de salir herido? La dejarías, sin saber si mañana te preguntarás a que habría olido y como se habría sentido contra tu rostro?
Jamás podremos ponernos de acuerdo en lo que es la felicidad, pero en una cosa concordaremos... y es que no conozco a nadie que no quisiera conseguirla. Creo firmemente que todos podemos hacerlo, con lo que somos, con lo que tenemos... y sin lo que nos falta.
Quién de nosotros, sin embargo, no tiene memoria de lo que es un día perfecto? Ese momento en que todo parece estar en su sitio, cuando todo está bien y quisiéramos que el tiempo se detuviera para siempre, para permanecer ahí en ese lugar, con esa persona. Y por qué fue perfecto? Lo fue sólo por sí mismo, o porque nosotros realmente quisimos que lo fuera?
Yo? Mi belleza le tocará a otros juzgarla, pero sé que tengo lo que me parecen grandes y agudas espinas. Aún así anhelo esa imperfecta, pero verdadera, felicidad y abrazaré su imperfección porque me dará algo en que trabajar todos los días, para probar merecerla, mientras respire aire de este mundo.
Irónico, no? Después de todo siempre he sabido que nada es perfecto en esta vida.
Excepto cuando pasa por los ojos del corazón.