Salmos 30:7-12

Oh Señor, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte;
tú escondiste tu rostro, fui conturbado.
A ti, oh Señor, clamé, y al Señor dirigí mi súplica:
¿Qué provecho hay en mi sangre si desciendo al sepulcro?
¿Acaso te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad?
Escucha, oh Señor, y ten piedad de mí; oh Señor, sé tú mi socorro.
Tú has cambiado mi lamento en danza;
has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría;
para que mi alma te cante alabanzas y no esté callada.
Oh Señor, Dios mío, te alabaré por siempre.


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