En el pasado la interacción del público con los medios masivos de comunicación -o mainstream media- se limitaba a enviar cartas, hacer comentarios vía telefónica (los que lo hayan intentado alguna vez sabrán lo frustrante que podía resultar eso) y más recientemente, en la era internet, a enviar correos electrónicos o votar en encuestas en páginas web (que nunca han tenido una buena confiabilidad).
Tiempo hace ya, sin embargo, que el mainstream ha usado a su audiencia como fuente de material para sus producciones. Hoy en día no hay noticiero televisivo que no pida al público enviar sus fotografías o videos sobre hechos o acontecimientos interesantes, curiosos o, mejor aún, impactantes, para darles pantalla a cambio de que el remitente tenga la satisfacción de que su nombre aparezca en "la tele" tres segundos y pueda considerarse a sí mismo un "reportero ciudadano".
De esta manera el mainstream ha pretendido justificar una supuesta democratización y apertura hacia la audiencia en los nuevos tiempos, creando estas formas para que la población civil tenga acceso a espacios de expresión que en realidad no lo son. Los únicos dos propósitos de estas políticas mediáticas son, y lo sabemos todos, conseguir material potencialmente valioso a cambio de nada, y hacerle sentir al televidente que es tomado en cuenta.
El mainstream se ha convertido en el gran intermediario entre la información y el público, que decide que parte de dicha información merece ser conocida, hasta dónde y de que forma, según convenga a la agenda ideológica o política de dicho medio, o a los acuerdos que éste tenga con la autoridad gubernamental de diferentes niveles.
La revolución de Internet permitió que sus usuarios encontraran un nuevo medio de expresión y comunicación con otros. A final de cuentas todos tenemos algo que decir, y los mecanismos que Internet gradualmente proporcionó a sus usuarios, como el e-mail, el IRC (chat), los grupos de discusión, las páginas personales (particularmente los blogs) se convirtieron en recursos mediante los cuales la gente podía publicar su opinión o compartir información en un espacio digital sin censura alguna.
Poco a poco estas nuevas vías crecieron en alcance y, por ende, relevancia. Sin embargo aún el más exitoso de los blogs se mantenía limitado en su capacidad de penetración entre la comunidad usuaria de internet porque los espacios en la blogósfera usualmente atraían sólo a lectores de una línea de pensamiento afín a la del blogger, con intereses en común. Teníamos blogs de derecha para conservadores, blogs de izquierda para progresistas, blogs de tecnología y gadgets para geeks, blogs del showbiz para fans, etc. Además de ser incapaces de captar la atención de un público más numeroso, el ritmo de publicación de los blogs -incluso de los más actualizados- no podía conseguir entablar una comunicación instantánea, ni cercanamente, con sus lectores, y la dinámica del circuito que se establecía era "yo escribo, tu lees y comentas.. y tal vez yo te responda".
En otras palabras no existía un medio cibernético que aglutinara masivamente a usuarios de diferentes formas de pensar para compartir opiniones o información, en tiempo real, y en el que la comunicación establecida no fuera de un emisor a n-mil receptores, sino en todas direcciones, cual reacción en cadena, con una retroalimentación constante y en magnitud proporcional a la importancia del hecho, tema o noticia comentada.
Y entonces Twitter sucedió.
Continuará...
2 lectores opinan...:
Ay, no! Por Dios .. Cómo puedes escribir sobre esto?!?
pena, pena, pena*
lee lee y lee, y no captaba el dato
Hasta que llegue al final dije tw.. y saz! continuara.
Saludos y gracias por lo que escribes.
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