Como muchas otras cosas en Mexico, nuestro movimiento independentista también fue muy sui generis. Es relativamente difícil de aceptar, por una mera cuestión de orgullo, pero la verdad es que la lucha tuvo éxito sólo porque a la clase privilegiada en la sociedad colonial de la época, y a su ejército realista, se les vino la Constitucion de Cadiz encima y entendieron que cortar el cordón umbilical con España era la manera de mantener esos privilegios y estilo de vida para los cuales dicha ley era una amenaza inaceptable.
Es decir, en realidad ganaron "los malos".
Simulaciones históricas como esta, que se han repetido constantemente desde entonces, han hecho que la consolidación de esa libertad que se supone obtenida desde la Consumacion de 1821 en realidad se haya tornado en un parto largo y doloroso para la Patria y no nos engañemos, éste alumbramiento todavía no se da.
Asumir que somos libres por decreto, porque no traemos un collar y cadena al cuello, y porque podemos "hacer lo que queramos mientras respetemos las leyes" es ingenuo y es una irresponsabilidad para con nosotros mismos y con México.
Hemos hecho poco con esta libertad que como pueblo presumiblemente tenemos, y la razón es muy sencilla: nos da miedo. Da miedo porque no existe libertad sin responsabilidad, y si hay algo que repetidamente hemos demostrado es temor a esa responsabilidad que nos corresponde como ciudadanos, como integrantes de un todo mas grande que nuestra familia, círculo de amigos, nuestro vecindario o nuestra ciudad.
Hoy muchos seguimos esperando que otros resuelvan nuestros problemas, y que sean otros los que se encarguen de pedir cuentas a los que han sido escogidos -no necesariamente por nosotros- para gobernar nuestro pais. Hoy muchos, muchísimos, seguimos esperando al nuevo Mesías que desde el Gobierno nos llevará a la tierra prometida y cuando aparentemente todo lo que estos aspirantes a redentor nos piden a cambio es favorecerlos con nuestro voto, nos parece un trato fantástico... todo un negociazo.
Pero una y otra vez terminamos por darnos cuenta que nos equivocamos.
Hace casi dos siglos la lucha era contra los Realistas y la opresión del Virreinato y la Corona Española. Hoy la lucha es contra la ineptitud gubernamental, la corrupción, la impunidad, la inseguridad pública en todas sus formas, la delincuencia, el narcotráfico, la violencia intrafamiliar, la discriminación, la intolerancia, la injusticia social, la miseria y la pobreza, por nombrar algunas. Todas ellas abundan en nuestra tierra y ninguna nos deja ser verdaderamente libres.
Y sin embargo si hay razones para celebrar esta noche.
Como individuo yo celebro la tierra que me dio a mi familia, a mis amigos, a mis maestros, a mis alumnos, a los valores que aprendí y sigo aprendiendo de todos ellos. Como mexicano celebro la memoria y el sacrificio de ejemplos eternos de virtud, valor y esfuerzo que dieron hasta la vida por hacer de nuestro hogar un lugar mejor. Los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón no tienen época. La lucha contra la propia sangre por una causa verdaderamente justa como la de Francisco Javier Mina siempre sera una admirable lección de vida, como también lo es Vicente Guerrero y la férrea renuencia a bajar los brazos aún cuando todo parezca perdido.
Celebro la oportunidad que seguimos teniendo todos los días para cambiar las cosas, y la esperanza de que lo hagamos antes que la perdamos definitivamente.
Así que por todo lo bueno que he recibido de mi pais y de su gente, de mi gente, por todos los que están ahi afuera que incansablemente siguen poniendo su granito de arena con el anhelo de que Mexico sea un lugar mejor, y no a pesar de que la lucha aun no termine sino precisamente porque aún no termina, puedo encontrar en mí el aliento para exclamar desde el fondo de mi corazón...
Viva México!